Por Colprensa / El Universal

El expresidente de Guatemala Marco Vinicio Cerezo reconoce que todo diálogo de paz conduce a cambios políticos fundamentales, y por tanto habrá sectores que lo van a ver con cierto grado de suspicacia y desconfianza.

El expresidente de Guatemala Marco Vinicio Cerezo reconoce que todo diálogo de paz conduce a cambios políticos fundamentales, y por tanto habrá sectores que lo van a ver con cierto grado de suspicacia y desconfianza.

Si hay alguien en este continente que conozca como nadie, no solo los horrores de la guerra sino las estrategias para resolverla, es Marco Vinicio Cerezo Arévalo, expresidente de Guatemala.

Después de tres lustros de regímenes militares en Guatemala, más de cien mil muertos, una guerra civil intestina y la persecución política, Cerezo Arévalo fue el primer presidente de su país elegido popularmente.

Inició las negociaciones de paz en su país con la ‘Unidad Revolucionaria Nacional’ de Guatemala, que terminaron en los Acuerdos de Paz de Esquipulas I y II, en los que tuvo activa participación el fallecido ex canciller colombiano Augusto Ramírez Ocampo.

Invitado la semana pasada a Colombia a un conversatorio sobre ‘Agua y paz’, organizado por Acodal, en Santa Marta, el ex Mandatario guatemalteco habló con Colprensa sobre su visión del proceso de paz colombiano.

– ¿Cómo ve el proceso de paz que se desarrolla en Colombia?

Las declaraciones del Gobierno y de la guerrilla indican que el proceso está caminando, que hay una voluntad y disposición para resolver los problemas. Como es natural, un diálogo para acabar un enfrentamiento armado sistemático de tantas décadas va a encontrar muchísimas desconfianzas, muchísimas sospechas y muchísimos obstáculos.

Todo diálogo de paz conduce necesariamente a cambios políticos fundamentales, y por tanto habrá sectores que lo van a ver con cierto grado de suspicacia y desconfianza. Pero, en principio, las negociaciones me hacen sentir optimista ante un diálogo que para todos los latinoamericanos es fundamental.

– ¿Cuál fue la experiencia de Guatemala con el posconflicto?

Tal vez lo más importante en esta etapa es ir adquiriendo confianza en el otro y buena voluntad de todos. Se trata de plantear una agenda que recoja los diversos problemas que dieron origen al conflicto y luego prever lo que se pueda presentar en el posconflicto, porque firmar la paz no significa que se resuelvan todos los problemas. Al contrario, hay nuevos actores para discutir los problemas tradicionales y los que van a surgir.

– ¿Y esa agenda qué debe incluir?

América Latina tiene una deuda pendiente con la población. Esa agenda pendiente es que el crecimiento económico se vuelva incluyente, que haga crecer a la clase media y disminuya la pobreza extrema. Por lo tanto, esa etapa del posconflicto significa entender con claridad que la firma de la paz no es un hecho definitorio en la historia del país sino el inicio de una nueva etapa en la que se tienen que resolver los problemas que dieron lugar al conflicto y los problemas nuevos.

– ¿Qué le ha aportado la paz a Guatemala?

Definitivamente la paz nos aportó la estabilidad que necesitaba el país para su desarrollo y crecimiento económico, que nos han permitido resolver muchos de los problemas que habían provocado la guerra.

En los primeros años después de la firma de la paz, en Guatemala tuvimos crecimiento económico, empleo, participación de la gente, etc, pero luego se fue concentrando la riqueza, se dejaron de cumplir algunos acuerdos, y en este momento encontramos que a pesar de haberse firmado la paz Guatemala va atener que enfrentar de nuevo esta problemática o va a tener que enfrentarse de nuevo a un conflicto armado interno.

– ¿En Colombia estamos viviendo una situación similar?

Mi impresión es que los temas se tienen que poner en una mesa de discusiones, porque el proceso de paz no es un simple armisticio bélico sino que debe verse como el final de una conflictividad militar causada por la injusticia social. Por lo tanto, el Gobierno tiene que comprender los motivos del conflicto, y la guerrilla que se trata de cambios profundos que no se resuelven de la noche a la mañana.

– ¿Qué tan importante es el recurso del agua para la paz?

El agua se va a convertir en uno de los temas de mayor conflictividad social en todos los aspectos. El desarrollo económico de nuestros países se basa en la concentración del capital y de la riqueza, y para aumentar la exportación hay que adquirir más y más tierra, y para cultivar se necesitará cada vez más y más agua. Ahí es donde se comienza a desplazar a los pequeños y medianos campesinos de la posesión de su tierra, y eso implica enormes cantidades de agua, que es la que genera la energía eléctrica. Quitarles la tierra y el agua a los pequeños agricultores, que son quienes garantizan la seguridad alimentaria de los países, puede conducir a un nuevo conflicto armado.

– El presidente Santos fijo noviembre como plazo para que el proceso dé resultados, pero ese plazo coincide con la campaña presidencial. ¿Cómo ve esa condición?

Es obvio que ante un conflicto armado de más de 50 años de existencia la impaciencia por suscribir y concretar algunos acuerdos es fundamental. El presidente Santos tiene razón, porque quiere mostrar resultados. Me parece que él tiene razón de carácter táctico y de carácter político para exigirlo, pero tendrá que aceptar que una parte de los acuerdos de paz se tendrá que seguir conversando posteriormente.

– ¿Cuánto puede costar el posconflicto?

Es un tema muy importante, porque podría costarle tantos millones que podría quebrar la economía de un país. Lo que se debe hacer es que el costo del posconflicto esté atado al costo del proyecto de desarrollo económico y social del país. No es lo mismo indemnizar a una persona porque perdió a un familiar en el conflicto que darle crédito para que monte un negocio productivo que le puede ayudar a fortalecer su aparato económico al país. La firma de un acuerdo de paz envía un mensaje de confianza a la comunidad internacional para que invierta en el país.

– El presidente Santos permitirá un año más la presencia en Colombia de la oficina de derechos humanos de la ONU. ¿Es un tiempo prudente?

Esa experiencia la tuvimos nosotros. La oficina permaneció un año y después se prolongó, pero al final la misma ONU llegó a la conclusión de que Guatemala ya tenía la madurez suficiente, y la retiró.

Hay que hacer los acuerdos pero por supuesto con la flexibilidad de que si es necesario hay que ampliar esos plazos.

– ¿A este proceso le hace falta acompañamiento internacional?

Mire, esa es una decisión política. Yo creo que lo que se debe hacer es enviar un mensaje a la comunidad internacional para que apoye el proceso efectivamente. Pero si los colombianos tienen la suficiente capacidad de sacar adelante el proceso por sí solos, pues eso está bien.

Fuente El Universal: http://www.eluniversal.com.co/cartagena/nacional/santos-tiene-razon-tactica-al-fijarle-plazos-al-proceso-de-paz-128230

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